viernes, 4 de diciembre de 2009

AC/DC shook me all night long...

Pasaron dos días desde que tuve el honor y la suerte de poder ver a estos animales australianos que de canguros lo único que tienen son los saltitos de Angus Young... son unos genios del carisma y la polenta.

No fue a mi criterio un show emotivo como otros a los que fui (Stones, U2, Soda, Indio... no sé), no salté demasiado (estaba en platea alta y llegamos sobre el pucho, quedamos muy arriba) pero disfruté un montón. AC/DC es todo lo que uno se imagina en vivo, y más también.

Al principio el sonido me decepcionó: el viento y los bajos decibeles no dejaban que la banda mostrara lo que es... las guitarras se envolvían y la voz se perdía de a ratos. Además, no sé si por el tema de la grabación del DVD o qué, pero hubo mucha luz durante todo el show debido a que las luces principales del estadio estuvieron prendidas un 80% del recital... no con toda la potencia, pero sí con demasiada como para quitar un poco de mística al espectáculo. Igual, eso pasó a segundo plano al ratito.

De a poco el sonido se fue acomodando (o sea, lo fueron subiendo), y para el quinto tema ya volaba los sesos. Y ahí si. Im-pre-sio-nan-tes.


Llegué a la conclusión que son una banda a puro carisma y puesta en escena, pero con eso les alcanza y les sobra: su método infalible es que Angus Young y Brian Johnson se coman la escena, al punto de que el resto de la banda parece esconderse tras la batería cuando no hay coros que hacer... un método algo "defensivo", pero altamente efectivo. Angus y Johnson son unos showmans criminales, y te dejan con los ojos dados vuelta.

Y la puesta escena... madre de Dios, qué escenario. Fuego, cohetes, luces, la eterna pasarela transparente con la cámara abajo para el paso endemoniado de Angus, un brazo que casi llegaba a la mitad de la cancha con una plataforma para que el mismo poderoso chiquitín (Angus, lógicamente) termine allí el solo más largo que presencié en vivo en mi vida, y papelitos de colores, y más fuego, y cañonazos, y una inmensa muñeca inflable para ""Whole Lotta Rosie" que (pequeño detalle) movía su pie al ritmo de la bata demoledora. Todo junto e increíblemente hipnótico.


Sin dudas, el punto más alto fue el final: "Let There Be Rock", "Highway to Hell" y "For Those About To Rock" fueron imponentes, aunque el trío "The Jack" (con el pseudo-freak-streap de Angus en el medio), "Hell Bells" (con campana y todo) y "Shoot To Thrill" también merecen mención en el ránking de momentos.

AC/DC entró, sin ningún tipo de complicación, en mi lista de recitales inolvidables. Una banda que siempre quise ver en vivo, cinco ñatos viejos y arrugados que destilan carisma, te noquean por dos horas y hacen hermoso el rock.