Madonna: que haga playback toda la vida...

El jueves por la noche tuve la oportunidad de estar en el que terminó siendo el primer recital de Madonna en Argentina: tenía expectativas, bastantes, pero no estaba ansioso ni así que me moría de ganas de ir. Pero el show que da la tipa es descomunal.

De arranque me dí cuenta que jamás había visto un escenario tan impactante como el de la "Sticky and Sweet Tour", es realmente increible cómo vive ese montaje, porque llegué a la conclusión de que está vivo.  Llega un momento en que uno no se da cuenta de dónde salen las cosas, o cómo es que fue a parar ahí un Rolls Royce, o un ring de boxeo, o una cabina de DJ móvil con un caño arriba para que Madonna le baile encima. No te dan los ojos para ver los detalles, y encima, cuando ya estás casi convencido de que nada más puede pasar en escena, dos semicírculos de pantallas transparentes se comen a Madonna y a sus bailarines e hipnotizan a las 60 mil personas que estamos ahí. Sin palabras.

En cuanto al show, los primeros cincuenta minutos zafaron por el escenario, sino me habría aburrido como mono porque no conocí un maldito tema: fue casi una hora de ritmo dance, temas casi enganchados de los cuales reconocí uno o dos, no más. Eso sí, después el show gana en lo emotivo y no baja más: "Don't Cry for Me Argentina", "La Isla Bonita" en la mejor versión que escuché, con partes de flamenco y partes tipo tirolés, "Like a Virgin" a capella y a pedido del público, "Like a Prayer" enganchado con "Ray of Light" fue sin dudas el punto más alto del show, y "Hung Up", "Jump" y "Give It To Me" llegando al final son tremendos.

Escuché que gente se quejó del playback: la tipa hace playback pero tampoco le interesa que pase desapercibido. El show está planteado así, con algunos coros y estribillos pregrabados en los cuales se nota que no canta, pero eso se combina con acrobacias, baile y coreografías que si cantara definitivamente no podría hacerlas... todo ser humano tiene sólo dos pulmones. La verdad, a mí no me importó que haga playback pese a darme cuenta en el momento de lo que estaba haciendo.

En definitiva, un show tremendo, con una puesta en escena sublime, la duración justa (dos horas, exactas) y una versión de Madonna que arranca por lo dance, pasa por el pop característico y roza también lo hard-rock: transgresora como siempre, hermosa y extremedamente respetable. Una genia.