Una relación como una partida de ajedrez
Antes de comenzar una partida los dos participantes se saludan y se
conocen por primera vez, aceptando cómodamente las reglas de este juego
que a primera vista parece inofensivo. Se preparan todas las piezas con
las cuales vamos a disputar el encuentro, ocupando cada pieza su lugar,
ordenándolas uniformemente para crear así una frontera que inicialmente
genera el misterio, que nos hace comenzar el juego con todas las
tácticas aprendidas a lo largo de otras partidas, y así poder descifrar
cada movimiento del oponente.
Inicialmente el juego se desarrolla de una manera tranquila, cada
participante despliega sus primeras piezas sobre el tablero y trata de
ir armando la mejor jugada para sorprender al rival, para dejarlo
perplejo, si es que éste aún no la conoce. En este momento no sucede
nada interesante, se está como hipnotizado observando el despliegue
ajeno, hasta tal punto que se torna monótona aquella seducción que se
genera al disponer las piezas de una determinada manera en los
recuadros del tablero.
Transcurrido un tiempo, el tablero parece más reducido y las piezas comienzan a enfrentarse unas con otras, friccionadas y sostenidas entre si, de tal manera que cualquier movimiento puede desencadenar una serie de acontecimientos que van definiendo cómo será el final del juego. Acá las piezas más importantes que se tienen, si aún no fueron perdidas en algún otro encuentro, entran en acción. A tal punto que se tienen todas las piezas involucradas en el juego, y ya no hay vuelta atrás.
A partir de este momento cualquier desición mal tomada, cualquier distracción que nos haga perder el punto de vista amplio de la situación, nos conducirá a una sola salida: la derrota. Son contadas las veces en donde un encuentro llegue a un empate, pero sucede, y cuando eso pasa es porque hemos encontrado a un digno rival, que supo disponer sutilmente las piezas en el juego como para impedir su derrota, pero que no le alcanzó para su propia victoria.
Fuente: Perfil de Luciano Benítez, Facebook
Cuántas similitudes con la vida que tiene este misterioso juego, y qué sutilmente comparadas están dentro de esta narración. Excelente relato, al terminar noté que remite a otro autor, pero no podía dejar de hacer el comentario ya. Felicitaciones!
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